La mayoría de los gobiernos utilizan la herencia histórica (« héritage historique ») para crear relatos (« récits ») que asocian con los valores que defienden.

Por ejemplo, sabemos que Francisco Franco utilizó a menudo las referencias a los Reyes Católicos para justificar su política : la unidad de España, la importancia del catolicismo, la Reconquista.

Vemos entonces cómo los acontecimientos históricos se pueden convertir en ("devenir") elementos ideológicos.

Hoy en día, España está muy ocupada con el deber de memoria : o sea la obligación de difundir la memoria de los acontecimientos relacionados con la Guerra civil española, en particular de los Republicanos que perdieron esta guerra. Esta ley crea muchas oposiciones. Siguen existiendo partidarios de Franco que intentan (« essayent de ») preservar su memoria. Y ciertos partidos de derecha tienen un punto de vista más matizado (« nuancé ») sobre la ley. Por ejemplo, el lugar de sepultura de Franco fue objeto de debates. Franco estaba enterrado en el Valle de los Caídos, un lugar que el mismo mandó construir. Fue exhumado y enterrado en otro cementerio de Madrid.

A veces, el patrimonio histórico está utilizado a fines comerciales, por ejemplo en el ámbito del turismo. A veces, este pasado está ensalzado (« mis en valeur de façon exagérée ») para atraer turistas. A veces, se reanuda con una tradición (« on reprend une tradition ») por fines comerciales.

Es muy interesante ver cómo en nuestra época, se interpretan elementos del pasado de manera diferente según el objetivo que tenemos.

Por fin, al lado de los monumentos que permiten transmitir (« transmettre ») el legado (« héritage ») histórico, se ha creado otra categoría que es el "patrimonio inmemorial". Se trata, por ejemplo, de recetas de cocina, de fiestas, etc … Estos elementos también pueden ponerse en tela de juicio (« être remis en question »), por ejemplo la corrida. La corrida, en efecto, forma parte del patrimonio inmemorial de España, pero algunos cuestionan. Así, la ciudad de Barcelona prohibió (« a interdit ») la corrida, y no es una casualidad (« hasard ») que esta prohibición tenga lugar en una comunidad autónoma que desafía y quiere desprenderse del poder central, y con el, de todos los rasgos (« les aspects ») de la cultura castellana (« de Castilla »).

Vemos entonces cómo lo cultural influye (« a une influence ») en lo político, y viceversa.